¿Hay ballenas en el Mediterráneo?

La respuesta es sí. En las aguas del Mediterráneo se encuentran varios miles de ballenas. No es raro ver su aliento en la distancia, al cruzar a Córcega, por ejemplo. Pero cuidado: las actividades humanas son una fuente de perturbación para estos gigantescos mamíferos, cuya tranquilidad es importante preservar.

Hay unas diez especies de mamíferos marinos en el Mediterráneo. Delfines, por supuesto (común, azul y blanco, de Risso, mular), pero también calderones, zifios y alguna foca monje.
Más imponentes, el cachalote y el rorcual también están presentes en las aguas de la Grande Bleue. Pero, por cierto, ¿cuáles son las ballenas?

¿Balenas o dientes?

En el lenguaje común, tendemos a referirnos a todos los grandes cetáceos como «ballenas». Sin embargo, sólo las «ballenas con barbas» (misticetos) son realmente ballenas.
El rorcual común (de hasta 22 metros y 70 toneladas) es la principal ballena barbada del Mediterráneo.
Se codea con numerosos «cetáceos dentados» (odontocetos), el mayor de los cuales es el cachalote (hasta 18 metros y 40 toneladas).
A pesar de su imponente estatura, el rorcual no es propiamente una ballena, y pertenece a la misma familia que las orcas, los delfines, los calderones, las marsopas, etc.

UN GIGANTE DE LOS MARES

El rorcual común es el segundo mamífero más grande del mundo, por detrás de la ballena azul.
Aunque todavía es difícil evaluar con precisión su población, se calcula que un millar de individuos viven en la zona protegida del Santuario de Pelagos, cuyo objetivo es proteger a los mamíferos marinos del Mediterráneo occidental, entre Francia e Italia.

El rorcual común se alimenta principalmente de krill, pequeños camarones que atrapa en sus barbas en grandes cantidades. Es capaz de sumergirse a más de 1.000 metros de profundidad.

RIESGO DE COLISIÓN

En el Santuario de Pelagos nacen todos los años, en otoño, pequeñas crías de unos 6 metros y 2 toneladas.

Pueden vivir hasta 80 años, si su trayectoria no coincide con la de los veloces barcos frecuentes en verano y que no parecen poder evitar cuando respiran en la superficie.

Como en el caso de los cachalotes, éste es actualmente el principal riesgo de muerte accidental para ellos. De ahí el interés de las técnicas desarrolladas en colaboración con algunas compañías navieras para equipar los barcos con detectores y evitar las colisiones con estos grandes mamíferos.

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